Tai Chi Chuan: Entre el «Cómo» y el «Qué»

En la década de los 90 del siglo pasado, inmerso en la búsqueda, llegué a compartir mi tiempo y expectativas vitales con muchos profesores y estudiantes de Tai Chi Chuan. Tal era nuestro entusiasmo que nos convertimos en los «vagos del Tai Chi«; la dedicación profesional aún quedaba lejana, así que alternábamos cortos periodos de trabajo para poder invertir ese dinero en seguir dedicándonos obsesivamente a nuestro tema.

En aquellos círculos, reinaba el ¿Cómo?, es decir, una serie de detalles sobre los pasos y estrategias para ir de una situación a otra. En el caso del Tai Chi Chuan: cómo disolver y dominar una fuerza sin hacer uso de la fuerza.

El ¿Qué? (el propósito o meta: vencer a un opositor agresivo) quedaba generalmente diluido por la complejidad del asunto. Era obvio que primero tendrías que saber dominar tus propios impulsos agresivos y competitivos, y esto no era sencillo. Esta conciencia te llevaba por muchos caminos inciertos que te afectaban personal y socialmente.

El «cómo» se abrió como un camino para muchos de nosotros. Décadas antes, el movimiento pacifista, la contracultura y el Mayo francés de los 60 y 70 habían puesto un contrapeso al «qué» de la época: el desarrollo industrial, bélico o el desarraigo a cualquier precio. Así, para muchos, el Tai Chi Chuan se presentó y encajó como anillo al dedo.

A finales de los 90, los 2000 y 2010, el Tai Chi Chuan experimenta un gran auge en Occidente. La mayor parte de las personas buscaban el «cómo», bien por sus beneficios terapéuticos o por la profundidad de sus aspiraciones marciales. He visto a algunos colegas nombrar despectivamente a estos buscadores como «Tai Chi de hippies». No reconocen que, sin estas cualidades del «cómo», el Tai Chi Chuan habría pasado desapercibido. En consecuencia, no habría profesionales en este campo porque no habría estudiantes. Solo unos poquísimos buscaban el «qué» (la efectividad marcial), y en ese supuesto, la oferta y efectividad de otras artes marciales están más contrastadas.

En este periodo de tiempo hasta nuestros días, el «cómo» ha ido prendiendo interés. El «qué» (el objetivo) se ha vuelto predominante en nuestro hacer personal y social, desde nuestras actitudes personales hasta los usos sociales y políticos. «El fin no tiene que justificar los medios», porque justificarlos sería dudar, y la duda es postergar el fin.

He vivido y vivo el «qué» y el «cómo» como un Yin/Yang más. La destreza marcial es la perspectiva que te puede hacer superar los obstáculos que se presenten. Al tiempo, el «cómo» es la pauta que te hace escoger el camino más adecuado. Por temporadas necesito del «cómo» en gran proporción y en otras me centro en el «qué». No perder ambos de vista en ningún momento es algo que me ha traído muchos beneficios.

Me entristece el uso que hacen del Tai Chi Chuan los practicantes de competición, ávidos de ganar de cualquier manera. También, los practicantes que se conforman con hacer formas en solitario y poses con compañeros, pues pienso que no se enfrentan al meollo del Tai Chi: ¿Cómo disolver y dominar una fuerza sin hacer uso de la fuerza?

Y este es y sera nuestro reto personal y social mas importante al que nos enfrentamos diariamente y al que urge una propuesta desde cualquier ambito. El tai chi chuan no puede perder el sentido ultimo , y tampoco los medios.